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30 jun 2011

Unos tienen mucha cara y otros, ninguna

El vasto mundo de los cosméticos es la esperanza de muchas mujeres (y cada vez más hombres) para seguir sintiéndose bellas, aferrándose a la quimera de la eterna juventud mediante la utilización de cremas antiedad. Eliminar las arrugas del rostro y tener un cutis firme puede llegar a convertirse en una obsesión.
El caso más extremo de este asunto es el de una señora que ha perdido el rostro por el uso irresponsable de cremas antiarrugas, de las cuales utilizaba la mayoría de las existentes en el mercado. El uso combinado de todas estas cremas aceleró sus efectos y, lo que al principio parecía la solución final a sus problemas estéticos, acabó por convertirse en un problema.
En pocos días, las arrugas de expresión y patas de gallo habían desaparecido, haciendo que esta señora que ronda la cincuentena, aparentase tan sólo treinta años (el rostro solamente). Con el paso del tiempo fue notando cada vez más tiranteces en su cutis a la hora de hablar o sonreír y, poco a poco, le iba resultando más difícil abrir la boca y los ojos. Para cuando consultó su caso con un médico, ya era demasiado tarde.
Debido a que era un caso sin precedentes, no se conocía cuál podía ser la causa. Al analizar muestras de piel, se encontraron grandes concentraciones de colágeno, ácido hialurónico y demás principios activos utilizados en cosmética; lo que señalaba como posible causante el uso abusivo de productos de belleza. Cuando salieron los resultados de los análisis, la mujer ya había perdido la totalidad de su rostro, conservando sólo, afortunadamente, las fosas nasales que le permiten respirar.
La damnificada cuenta (escribiendo en una pizarra magnética) que, siguiendo el consejo de los psicólogos, intenta “llevar una vida normal, a pesar de los impedimentos que conlleva no tener cara”. Así, encontró trabajo como maniquí de una tienda de ropa de tallas especiales ya que “la mayoría de los maniquís no presentan rasgos faciales, así que daba el perfil. Lo malo es que es un trabajo en el que no tenía posibilidades de ir evolucionando o ascendiendo, aparte de ser muy aburrido”, por lo que decidió dejarlo.
Ahora, se dedica a jugar al póker profesionalmente. “Es una idea de mi hijo. Yo estoy en la mesa, y él me dice la jugada que tengo que hacer por un pinganillo. Como he perdido la capacidad de expresar emociones con el rostro, tengo una ‘cara de póker’ envidiable. Estamos ganando bastante dinero, por lo que, al menos profesionalmente, estoy feliz”.
Para solucionar el problema de la mujer y evitar ir a juicios, las empresas de cosméticos se han ofrecido para investigar ‘productos proarrugas’ que hagan recuperar los rasgos faciales; aunque la mujer ha declinado la oferta ya que no quiere arriesgarse a que esos productos lo único que hagan sea arrugarle el cutis, ya que entonces “parecería un garbanzo con melenas”, declara.

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